20120502

Diario de una actriz que no soy yo -fragmentos-

PRÓLOGO



Aviso al lector:

Debo advertir que éstas no son letras, ni líneas, ni historias estáticas. Para los que esperen algo definido, vayan en busca de una meticulosamente corregida parábola. No prometo orden ni prosperidad en mis oraciones, tan sólo un breve estado de gracia en cada palabra, que ha servido para contemplar estadios de una vida humana. Una vida de cualquiera, vista con ojos grandes y tierna piel.
Aquí la quietud no existe, sólo puedo brindarles una inestable vibración. Los vaivenes y el permanente intento de retorno, o tironeo, hacia un pasado y un futuro.
Éste es mi retorno y mi huida. Un mundo de compulsiones que atravesar para darse cuenta de que no hay futuro, ni pasado y de cuánto se logra a través de ese desapego.
Aquí y ahora late mi corazón asustado que busca llenar espacios con letras, que a dado vueltas por la tierra buscándose, dándose cuenta de que el retorno a la esencia es más caro que el viaje de ida.


Recapitulación de mis distorsiones
Necesito hacer una retrospección, ya hay muchas cosas que no recuerdo. La abeja laboriosa no tiene tiempo para la angustia.
¿Quién soy? ¿Quién fui? ¿Qué hago acá? Tal vez lo que he dejado atrás me ayude a saberlo, y a poder matar, para seguir viviendo. A matarlas. Porque para encontrarme, necesito enterrarlas. Necesito sacarlas de ésta jaula que las habita, que soy yo. Y librarme de ese peso, esa lucha entre mi mente y mi cuerpo, que a este pobre espíritu le cuesta soportar.
Conocer estos palpitantes seres fue el peor de los obstáculos, más que cualquier desilusión, más que cualquier tristeza o pérdida, más que cualquier traición. El problema no está en lo que odiamos del mundo, sino en nosotros mismos. Estos seres, era yo; o tal vez no, tal vez eran pasiones que se filtraban a través mí y se convertían en caras, emociones, orgullo o masa muscular. Posiblemente eran parásitos que me habitaban y de los cuales, en vez de que me consumieran, tuve que aprender a consumir.



Empieza el viaje

Para emprender un viaje hacia el pasado se necesitarían innumerables pinzas desinfectadas, especializadas en mínimas impurezas que acumula la memoria.
Hojear el libro del pasado haciéndolo pedazos. Intentar una calmante despedida.
Recurrir al olvido es una traición, siempre hay algo que nos hubiera gustado completar…
Mientras iba, con cinco años, por una arbolada carretera; sabía de esta historia escrita. ¿Pero cómo podía tan pequeña unirme hacia el futuro? ¿Acaso con mi pureza e intuición de niña, había llegado al descubrimiento de que el tiempo no existe, y de que todo es una sola cosa?